domingo, 30 de octubre de 2011

Pablo Ramírez vestirá a Caperucita para una marca en BAFWeek

En su impecable tienda de San Telmo, puesta de nuevo a punto con la entrada de 2011, Pablo Ramírez trabaja a toda marcha sobre el personaje de cuento infantil, Caperucita Roja, que presentará en BAFWeek de la mano de SanCor Sublime, el martes 22, a las 17.


Esto de convocar a Pablo Ramírez es un gusto que se da esta línea de postres de sabores sofisticados para adultos para llevar a la pasarela al personaje que lo identifica en sus gráficas y comerciales.


-¿En qué consiste la presentación?

-Es una minicolección de 10 modelos, en la que la prenda ícono es la capa roja. Desarrollaré al máximo todas las variantes posibles: desde lo aniñado y naïve hasta lo más teatral y dramático de la aventura de cruzar el bosque. También involucra el misterio, esa división del personaje entre la bondad y la maldad, el buen camino que le indicó su madre o la tentación. Van a convivir estas facetas.


-¿Qué tiene de particular Caperucita para poder llevar tu estilo ya que no es aniñado ni sexy?

-Tiene que ver más con la inocencia, más que lo aniñado. Podría ser incluso más como una Lolita, una niña que juega a ser mujer.


-¿Por qué la mujer Ramírez no se concede prendas sexy y no muestra su piel?

-Porque el punto de partida es la elegancia. Para mí el concepto es algo que le sienta bien a todo el mundo, algo democrático. El largo de la falda no puede ser por arriba de la rodilla, me parece injusto hacer que alguien exhiba una rodilla que por ahí no está bien. Intento mostrar lo mejor de cada uno y que sea para todo el mundo igual. Si una clienta viene a hacerse algo especial y tiene unas piernas divinas y quiere una mini se la puedo hacer, pero yo no me dedico a hacer minis. No me gusta mostrar nada por arriba de las rodillas. Eso favorece mucho más. Igual que los escotes, que me gustan, pero me parece que tiene que haber un equilibrio: si es largo tiene un poco de escote; si es corto, no debería tener para que la mirada se concentre en un solo lugar. No me gusta ver mini, escote, transparencia, brillo, todo junto... ¡Adónde miro! Me parece mucho más sexy sugerir que mostrar. Dejarlo librado al misterio y a la imaginación. Eso voy a hacer para Caperucita. Un personaje que sugiere, cubierto por una capa.





-¿Cuándo vas a presentar tu invierno?

-Qué buena pregunta. Estoy un poco atrasado. Será a fines de marzo o en abril.


-¿Qué tenés en mente?

-En mente ahora Caperucita (se ríe a carcajadas). Así como en la última temporada hubo mucho largo, mucho vuelo y superfemenino desde lo más romántico de Ramírez, para el invierno pienso contraponer eso con una propuesta bastante más masculina, una silueta femenina contenida y rigurosa, me la imagino bastante mala, un estilo entre Joan Crawford y Katharine Hepburn años 40, algo así como una mujer poderosa.


-¿Cómo aggiornás el estilo retro?

-Intento recuperar lo que me gusta con recursos constructivos, siluetas, líneas, pero lo hago a mi manera. Me inspiro en eso, pero no lo reproduzco tal cual. La intención con la que trabajo es la de hacer clásicos, sacarles la carga que tienen, rescatar lo mejor y quitarles el gesto de la época.


-Frente a la ausencia de color y líneas estrictas, la materia prima es fundamental. ¿Sos obsesivo con eso?

-Tengo un gran problema por la limitación que hay de materiales. Por ahí tengo una idea y tengo que reinventar lo que pensé en función de lo que consigo. Pero gracias a eso muchas veces surgen sorpresas. Para este verano aparecieron materiales como un lino con rafia que me dio volumen, y me encantó, no lo tenía pensado. Nadie del equipo creía que yo pudiera elegir esa tela porque daba rústica o étnica, y la llevé hacia otro lugar, con mi línea y mi figura. A veces venden telas divinas de algo superespecífico y traen mucha cantidad, pero no puedo usarlas porque la tela se va a ver en todos los shoppings. Y también es complicado si hay poca cantidad, porque si la uso y se termina y quiero hacerlo igual, otra tela no me sirve. No queda idéntico.


-¿Qué te gustaría recibir a esta altura de tu carrera, además de todos los premios que tenés?

-Los premios son un reconocimiento muy lindo, como una palmada en la espalda, vas bien, vas bien. Está bueno. La sensación que me dan es que cada premio que recibo es un empujoncito que me da mayor visibilidad, que me pone en un lugar de mayor responsabilidad, de cuidar todavía más lo que estoy haciendo. Y sí, me gustaría recibir con esto algún beneficio. En el caso de Fashion Edition fue bueno porque me llevaron a Berlín y este año viajo a la pasarela de Estocolmo, con todo pago. Y lo que digo siempre: tendría que existir alguna forma en la que se organicen políticas de Estado, productores, industriales y sponsors para que exista un apoyo concreto, porque estas palmaditas nos hacen mediáticos y eso le sirve más a otros que a nosotros mismos. Le sirve más al gobierno de turno para hacer un cóctel y sacar una foto. Te ves envuelto en situaciones en la que te preguntás para qué lo estoy haciendo. Por ejemplo, hace seis años que estoy con la tienda en San Telmo. A todo el mundo le parece fascinante que haya inaugurado un polo, con el riesgo que esto conlleva. Y no estoy obteniendo ningún beneficio por haber sido el primero en plantar bandera acá. Hago un desfile afuera y tampoco recibo ningún apoyo.


-¿Buenos Aires te inspira?

-Buenos Aires me encanta. La inspiración no viene siempre de una imagen, sino de estar en determinado lugar que te genera un bienestar, un humor que permite que uno pueda producir de cierta manera. Me encanta caminar por las calles Perú, Defensa e irme hasta parque Lezama y avenida Caseros, que se puso muy linda. Es el Buenos Aires que hubo antes, que me encanta. Hay una cosa de barrio con mucha energía. San Telmo no es show-off, tiene vida interior. No hay marquesinas para afuera. Otros lugares que disfruto son Florida y Córdoba, Harrods y plaza San Martín, lo máximo. También me gusta mucho ir a Proa. Cero ostentoso y tiene una vista maravillosa. Hace amigable el lugar.






-¿Sos escéptico u optimista? ¿Cómo afecta tu carácter en la ropa?

-Soy escéptico por naturaleza. Pero ahora estoy descubriendo que, en realidad, lo que a uno lo define es lo que hace. Uno puede cambiar, puede conservar lo que le gusta y cambiar lo que no conviene. Y a mí ser escéptico no me conviene. Pero es producto de la experiencia.


-¿Un Pablo Ramírez optimista sería colorido?

-No, no sé. Para mí el negro no tiene que ver con el pesimismo. Si tuviese que cambiar algo de mí eso no lo tocaría ya que responde a fines prácticos y estéticos. Por ahí un Pablo Ramírez optimista disfrutaría más de lo que le pasa.


-Nombrá tus colores por orden de importancia.

-Negro, blanco, azul marino, gris, marrón, rojo y beige. No necesito más.


-Confesá si usaste alguna vez color aunque sea para dormir.

-Tenía una remera colorada para dormir cuando era gordo. Ahora una rayada roja y blanca, marinera.


-¿Te cuidás mucho? ¿Hiciste un gran cambio de hábitos?

-Sí y lo vivo muy bien. Siento que esto no se trata sólo de cambiar el cuerpo, sino de algo que tiene que ver con conectarse con lo que uno verdaderamente quiere ser. Ahora de alguna forma me veo mucho más alineado a mi estética. Porque mi cuerpo no se correspondía con eso, si bien los demás no lo veían de esa manera. Pero así me sentía yo. Sentía que trabajaba para los demás en algo en lo que no podía participar. Me quedaba afuera. Ahora me levanto temprano, como más frutas, más verduras, tomo mucho líquido, que antes no lo hacía. Y eso, uno suele definirse por prejuicios, y cuando te das cuenta de que lo modificás no sos más eso, sos lo que hacés. Hoy me cuesta definirme. Por quien hablo, por quien era, por quien soy, por quien quiero ser. Igual mi naturaleza es más bien depresiva, dramática y escéptica, quisiera sacarme eso. Ahora que me siento más alineado con estas cosas de mi vida tendría que poder conectarme con el disfrute. Porque al final, todos la pasan bien conmigo, menos yo.


Por Gabriela Cicero


Nota publicada en el Suplemento Moda & Belleza de La Nación


Jueves 10 de febrero 2011

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